El Papa León XIV estuvo de visita, el 16 de este mes de octubre de 2025, en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con motivo del Día Mundial de la Alimentación y del 80º aniversario de esta organización. Aprovechó para pronunciar un discurso y llamar la atención sobre el flagelo del hambre en el mundo.
Uno de los aspectos más
contundentes de su mensaje estuvo referido a la utilización del hambre como
arma de guerra, al decir: “Con dolor, somos testigos del uso continuo de esa
estrategia cruel, que condena a hombres, mujeres y niños al hambre, negándoles
el derecho más elemental: el derecho a la vida”. Una estrategia, sin duda,
pensada, diseñada y aplicada con calculo y frialdad.
El hambre como arma de
guerra se utiliza cuando se desplaza a comunidades campesinas e indígenas para
despojarlas de sus tierras; cuando se impide el paso de ayuda humanitaria
alimenticia a lugares en conflicto; cuando se secuestran variedades de semillas,
restringiendo su acceso a los agricultores; cuando se rocían
indiscriminadamente con agrotóxicos los campos de siembra; cuando se producen
grandes cantidades de rubros agrícolas y pecuarios destinados a la exportación,
sin que se haya cubierto la demanda nacional; cuando se acaparan y se esconden
los productos alimenticios de primera necesidad, impidiendo que lleguen a la
población; o cuando se cortan las fuentes de agua destinadas al riego de campos
agrícolas.
León XIV, en su mensaje
en la sede la FAO, también subrayó que, a pesar de los avances tecnológicos y
científicos, 2.300 millones de seres humanos no pueden acceder a una
alimentación adecuada, enfatizando que no son cifras, son vidas truncadas,
calificando la situación de fracaso colectivo, extravío ético y culpa
histórica, y que la erradicación del hambre no puede limitarse a declaraciones
solemnes, sino que requiere una voluntad real y sostenida.
Por Alfredo Portillo
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