sábado, 29 de septiembre de 2018

Papa Francisco visita países del mar Báltico

Papa Francisco estuvo de visita en los países del mar Báltico, del 22 al 25 de septiembre de 2018. Con su mirada religiosa  y su accionar ecuménico y geopolítico, Papa Francisco se hizo presente en Lituania, Letonia y Estonia, cuyos territorios, en conjunto, suman unos 175.000 km²,  donde habitan aproximadamente  8 millones de ciudadanos bálticos.

Papa Francisco visita países del mar Báltico


En medio de un contexto histórico, religioso, lingüístico, étnico  y geopolítico complejo, Papa Francisco se adentró en las almas de los ciudadanos lituanos, letones y estonios, para recordar el difícil pasado que han vivido estos pueblos, que luchan para reafirmar su identidad, mancillada durante la primera mitad del siglo XX  por ejércitos invasores alemanes y soviéticos.

Lituania, Letonia y Estonia tienen en común el ser pequeños Estados tanto en territorio como en población, por lo que siempre hansido apetecibles y conquistables por parte de Estados más grandes y poderosos. En ellos tres subsiste una realidad en la que se mezcla el componente religioso diverso,  la presencia de minorías étnicas  y la reafirmación de sus lenguas oficiales.

Desde  el punto de vista religioso,  la población de Lituania es principalmente católica (80 %) y ortodoxa ( 4%), en tanto que étnicamente prevalecen los lituanos ( 83 %) y los rusos (6 %), siendo el idioma oficial el lituano. Letonia, por su parte, está integrada  por 60 % de letones, con una importante minoría rusa, que alcanza el 30 % de su población, teniendo como idioma oficial el letón, y prevaleciendo la religión cristiana luterana (60 %) y ortodoxa (30 %). Y el tercer país, Estonia, curiosamente tiene una población que mayoritariamente se declara atea o no religiosa, siendo las religiones  cristiana ortodoxa (16 %) y luterana (10 %),  las que cuentan con  más adeptos.

Papa Francisco ya está de vuelta en el Vaticano: su mensaje a los bálticos seguramente ha dejado una huella profunda.

Por Alfredo Portillo

alportillo@ula.ve

sábado, 15 de septiembre de 2018

Recordando la masacre de Sabra y Chatila

Hace 36 años ocurrió un evento de esos que forman parte del ascenso a los extremos  en medio de un conflicto armado, y que ejemplifica, en ocasiones, el desenlace de las rivalidades de poder en el territorio, es decir, ejemplifica a la geopolítica. Se trata de la masacre de Sabra y Chatila, perpetrada contra palestinos  refugiados en la parte occidental de Beirut, la capital de El Líbano.

Recordando la masacre de Sabra y Chatila


Esa masacre, que costó  la vida a miles de palestinos, principalmente  mujeres, niños y ancianos, ocurrió en medio de la Guerra Civil Libanesa, que se sucedió entre 1975 y 1990, y que, según Sune Haugbolle (The historiography and thememory of the Lebanese civil war), fue al mismo tiempo un asunto interno de El Líbano y un conflicto regional, en el que participaron actores internacionales y en el que se entrecruzaron aspectos de la política regional del Medio Oriente en la última parte del siglo XX, incluyendo el conflicto palestino-israelí, la competencia dela Guerra Fría, el nacionalismo árabe y el Islam político.

La masacre de Sabra y Chatila ha sido atribuida a miembros de la Falange Libanesa (cristiana maronita), quienes actuaron contra los refugiados palestinos, con el apoyo de tropas israelitas, los días  16, 17 y 18 de septiembre de 1982. Como responsables directos figuran ElieHobeika (ya fallecido), jefe de las fuerzas falangistas libanesas, y Ariel Sharon (ya fallecido), para entonces Ministro de la Defensa de Israel. Ninguno de los dos fue juzgado o condenado, por lo que Sabra y Chatila es un caso que tiene pendiente la justicia internacional. 

Sin embargo, es importante recordarlo por estas fechas, y recordar el testimonio registrado en la memoria de quienes sobrevivieron, como el de esta mujer palestina: “Pienso en lo que sucedió día y noche. He criado sola a mis hijos... Me vi obligada a mendigar. No lo olvidaré nunca. Quiero vengar todo lo ocurrido. Mi corazón está de luto. Es negro, como el color de mi vestido. Contaré lo que vi a mis hijos y a mis nietos”.

Por Alfredo Portillo

alportillo@ula.ve
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