domingo, 28 de febrero de 2021

Geoestrategia china: de Pireo a Trieste


Zarpan los barcos desde los puertos de Shanghai, Shenzhen o Qingdao, en la costa este de China, repletos de contenedores con mercancías destinadas  a los mercados del mundo. Atraviesan las aguas del mar del Sur de China, para luego, en su mayoría, pasar por  el estrecho de Malaca, entre la costa occidental de Malasia y la costa oriental de Sumatra (Indonesia). Siguen luego rumbo a las aguas del sur de la India, para seguir camino al estrecho de Bab el-Mandeb, en el golfo de Adén, y adentrarse en las aguas del mar Rojo. Sortean rápidamente el paso por el canal de Suez, hasta llegar al mar Mediterráneo, y anclar en el puerto de Piero, en Grecia. Están así, en Europa.

En Piero se sienten como en casa, puesto que ahora este puerto es propiedad, en su mayoría,  de la compañía de operaciones portuarias de China, COSCO. Desde ahí, movilizan barcos y contenedores al  sur  de Europa, para luego atravesar el estrecho de Gibraltar, rumbo al continente americano. De esta manera, la geoestrategia comercial de China, se muestra  en su plenitud.

 


Pero aún falta. El puerto italiano de Trieste, en el norte del mar Adriático,  está en la mira de los geoestrategas comerciales chinos. Necesitan tomar control del mismo, al igual que hicieron con Pireo,  para poder desembarcar y operar sin dificultad, y vaciar las mercancías con destino a los países europeos del este, del oeste y del norte. Sin límites y sin limitaciones. Lograr ese objetivo, pareciera cuestión de tiempo.

De hecho, Italia, resignadamente, ha dado el visto bueno a las intenciones geoestratégicas comerciales de China. Su incorporación, en el año 2019, al proyecto de infraestructuras chino conocido como la Nueva Ruta de la Seda, es más que indicativo. Trieste, finalmente será cedido a China. Los avisos informativos que se colocarán en las instalaciones del puerto, serán escritos en italiano y en mandarín.

Por Alfredo Portillo

alportillo12@gmail.com

domingo, 21 de febrero de 2021

El regreso del cambio climático

El cambio climático está de regreso. No porque se hubiera ido, o porque haya cesado, sino porque Estados Unidos, por decisión de su nuevo presidente,  Joe Biden, se ha reincorporado al Acuerdo de París, lo que implica retomar los esfuerzos para contribuir a reducir los gases de efecto invernadero y mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 ºC, en comparación con los niveles preindustriales.

Y es que resulta absolutamente incomprensible la política ambiental que llevó adelante el ahora expresidente Donald Trump, como dejando a la deriva los destinos de la humanidad toda, tomando en cuenta el peso económico y militar que, en el contexto global, aún tiene Estados Unidos. Por tal razón, no queda más sino aplaudir el reencauzamiento iniciado por la administración Biden-Harris.


Porque no se trata únicamente de la contribución que pudiera hacer Estados Unidos, como nación y como sociedad, a reducir los números globales de los dos indicadores arriba señalados, sino que se trata también de los enormes esfuerzos de coordinación que hay que hacer junto con unidades geopolíticas líderes como Naciones Unidas, Unión Europea, Rusia, China, India, entre otras, para conciliar políticas e iniciativas en la dirección correcta.

Ya a estas alturas, cuando se transita por  el comienzo de la tercera década del siglo XXI,  muchos de los efectos del cambio climático no se podrán evitar, por lo que hay que pensar en cómo se va a lidiar con eventos como inundaciones, sequías, nevadas, incendios forestales, entre otros, que ocurrirán en diferentes países y regiones del mundo, con consecuencias desastrosas para  grandes masas humanas.

Es decir, la tarea que está pendiente  en el plano de las exigencias globales, es la conformación de una coordinación operativa global para hacerle frente a lo que está por venir y, no hay duda, que la contribución de Estados Unidos en ese sentido será decisiva.

Por Alfredo Portillo

alportillo12@gmail.com

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