jueves, 27 de agosto de 2015

Conflicto geopolítico en La Araucanía Mapuche

Hace algunas semanas tuve la oportunidad de ver por el canal de televisión Telesur, el documental “Newen Mapuche” (Fuerza Mapuche), dirigido por Elena Varela, el cual muestra las luchas que ha librado  el pueblo mapuche por recuperar las tierras que le fueron arrebatas por el Estado chileno, a finales del siglo XIX.
Conflicto geopolítico en  La Araucanía Mapuche

Casualmente, en estos días de agosto de 2015, el tema del conflicto geopolítico en La Araucanía Mapuche está en plena efervescencia. El ahora exintendente de la región La Araucanía, Francisco Huenchumilla, quien fue destituido por órdenes del Ministro del Interior, Jorge Burgos, le pidió perdón al pueblo mapuche por el despojo de que fue objeto y manifestó que “el Ministro Burgos no tiene idea del conflicto mapuche”, al tiempo que el Senador por el Partido Renovación Nacional, Alberto Espina, llama al dialogo entre los diferentes actores en conflicto, y el  presidente  de la Confederación de Transporte de Carga, José Villagrán, exige que a los mapuches se les aplique la Ley Antiterrorista, una de las joyas represivas heredadas de la dictadura de Augusto Pinochet.
El tema del  conflicto geopolítico en La Araucanía Mapuche ha sido analizado por varios especialistas. Uno de ellos es Fernando Klein, quien publicó un esclarecedor artículo titulado “Los movimientos de resistencia indígena. El caso mapuche”, en el que, entre otros, hace el siguiente aporte: “Los mapuches eran la población original prehispánica del actual territorio de Chile. En el siglo XVI ocupaban la región comprendida entre el río Choapa al norte y el archipiélago de Chiloé al sur…  El actual conflicto mapuche es un problema de tierras y de pobreza, de territorio y de autonomía, es un problema político, etnopolítico y geopolítico. Este problema tiene sus raíces en el proceso que se inició con la Conquista de Chile y que concluyó con la Ocupación de la Araucanía”.
Así que, el conflicto geopolítico en La Araucanía Mapuche continuará siendo noticia, debido a que la disputa territorial que allí existe es muy intensa. Los mapuches seguirán exigiendo sus tierras, mientras que las empresas forestales y agrícolas que allí operan continuarán con su política expansionista. El gobierno de Michelle Bachelet está en un dilema: o reivindica a los mapuches, o cede ante las presiones del gran capital.

Por Alfredo Portillo

alportillo@ula.ve

viernes, 21 de agosto de 2015

La guerra en la Europa del siglo XXI

Recientemente falleció, a los 92 años de edad, EgonBahr, político socialdemócrata alemán,  cuyos aportes como negociador fueron claves para poner fin a la Guerra Fría del siglo XX, justamente cuando  en Europa se desarrolla la guerra del siglo XXI. Lo más seguro es que Bahr, ya nonogenario, debe haberse ido a la eternidad con una serie de interrogantes, dados los acontecimientos que están en curso.
La guerra en la Europa del siglo XXI
Y  es  que en la  Europa actual  el espíritu de Clausewitz está presente. La guerra como expresión de la política por otros medios, o la política como expresión de la guerra por otros medios. Lo cierto de todo es que la guerra, bajo múltiples modalidades y en diferentes escenarios, sacude a la Europa de las muchas nacionalidades y nacionalismos.
Bien sea en Ucrania, en la frontera con Rusia, donde se reproducen las escenas bélicas de la Primera Guerra Mundial y de la Segunda Guerra Mundial del siglo XX; o en Grecia, donde la guerra  financiera somete al pueblo heleno; o en España y Bélgica, donde se incinera la producción agrícola que no puede ser enviada a su destino final, como resultado de las medidas tomadas por Rusia en el marco de una guerra comercial; o en la Gran Bretaña, donde el Primer Ministro Dave Cameron anuncia que dispondrá de más guardias y perros para impedir que los inmigrantes africanos lleguen a territorio británico; lo mismo que intenta hacer el Primer Ministro de Hungría, VictorOrban, al ordenar la construcción de un muro de 170 kilómetros de longitud, en la frontera con Serbia, para cerrarle el paso a los inmigrantes sirios, afganos y yemeníes; o, los jóvenes franceses y alemanes que se han ido a luchar en las filas del Estado Islámico; o la situación de máxima alerta y de paranoia policiaca que se vive en los aeropuertos europeos, donde  todas las personas que circulan por sus pasillos, son sospechosas de estar en guerra.

Por Alfredo Portillo
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sábado, 15 de agosto de 2015

¿China abastecerá a Venezuela?

Después de las palabras que pronunciara el empresario comunista chino Liang Wengen, en la reunión que recientemente sostuvo en Caracas el gobierno venezolano con empresarios chinos, y después de escuchar el entusiasmo mostrado en una entrevista televisada por Antonio Lee Ng, Presidente de la Federación de Asociaciones Chinas de Venezuela, con relación al futuro del mercado de consumo venezolano, y luego de escuchar al Presidente Nicolás Maduro preguntarle a un sorprendido  Iván Gil, Ministro de Agricultura y Tierras, en una jornada agrícola realizada en el Fundo El Charcote (estado Cojedes), por qué en Venezuela no producimos nuestros propios rubros agrícolas, sólo queda plantearse la posibilidad de que China, como tabla de salvación, suministre  en el futuro, de manera masiva, los diferentes productos que requiere la población venezolana.

El caso es que, dada la incapacidad mostrada por el aparato productivo público-privado venezolano, tanto industrial como agrícola, y dada la necesidad que tiene la pujante economía china de incrementar sus exportaciones, a lo que se une la dependencia financiera que del gigante asiático tiene ahora Venezuela, y el interés estratégico que para la economía china tienen los recursos naturales energéticos y minerales venezolanos, no es descabellado pensar que estamos en la ruta que conduce inevitablemente al incremento determinante de la influencia de China en territorio venezolano.
Y es que la dinámica geopolítica nacional, regional y mundial están llevando a Venezuela a ser escenario de la disputa que libran las grandes potencias tradicionales y emergentes (Estados Unidos, Rusia, Alemania, Japón, China, entre otras) por el control de los diferentes territorios que representan mercados de consumo y suministro de materias primas, ante lo cual nuestro país ya no tiene mucho margen de maniobra, por lo que  tendrá que ceder autonomía y soberanía, a una o a otra potencia. En este caso, China está sentada en uno de los lados del tablero de ajedrez geopolítico, en espera de ejecutar la próxima jugada.

Por Alfredo Portillo

alportillo@ula.ve

jueves, 6 de agosto de 2015

Geopolítica de Indonesia

Recientemente circularon dos informaciones con contenido geopolítico relacionadas con la República de Indonesia, el país-archipiélago ubicado en el sudeste asiático y Océano Pacífico. La primera tiene que ver con el premio de paz, justicia y humanidad que la Sukarno Education Foundation, cuya Presidenta es Rachmawati Sukarnoputri, hija del primer Presidente de Indonesia, Achmed Sukarno, le concederá al Presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, en reconocimiento a su contribución a la paz mundial, y por su firme posición antiimperialista y anticolonialista. La segunda da cuenta de los avances en el acuerdo entre China y los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), de la cual Indonesia es miembro, en torno a la disputa por el control de las estratégicas aguas del Mar Meridional de China.
Estas dos noticias forman parte de la compleja y dinámica geopolítica de Indonesia, país que tiene una superficie de 1.919.440 km² y una población cercana a los 270 millones de habitantes. Su Producto Interno Bruto es superior a los 900 mil millones de dólares, tres veces más que el de Venezuela, y su Indice de Desarrollo Humano es de nivel medio, alcanzando la cifra de 0,690, al tiempo que su economía se sustenta en la posesión  de ingentes recursos naturales renovables como bosques, agricultura, pesca, energía solar, energía oceánica y biomasa, y recursos naturales no renovables como gas, petróleo y minerales. La población de Indonesia es multiétnica, prevaleciendo las etnias de los javaneses y los sondaneces, mientras que desde el punto de vista religioso el 90 por ciento profesa el Islam, existiendo minorías cristianas, hinduistas y budistas.
Los datos anteriores explican en parte lo compleja que ha sido la consolidación del Estado nacional indonesio desde que alcanzó la independencia en 1945, debido a la fragmentación geográfica de su territorio y a la diversidad étnica y religiosa de su población. Sin embargo, sus líderes, basados en la filosofía política de la Pancasila (cinco principios) y la visión geopolítica de la Wawasan Nusantara  (Visión de Archipiélago), han sabido llevar adelante un proyecto de país que cada día se afirma más y hace sentir su peso en la región del sudeste asiático y en el mundo entero.


Por Alfredo Portillo

alportillo@ula.ve
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