martes, 21 de diciembre de 2021

Afganistán y el mundo del Islam

Afganistán, ese país ubicado en Asia del Sur, que limita con Pakistán, Irán, Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán y China, se denomina actualmente Emirato Islámico de Afganistán (EIA), nombre que le han dado los talibanes, después que este grupo insurgente islamista, en agosto de  este año 2021, terminó de conquistar plenamente su territorio, expulsando los remanentes de las tropas de ocupación occidentales.



El triunfo de los talibanes fue celebrado ampliamente por el mundo islámico, porque, independientemente de las diferencias que existen entre las varias corrientes y escuelas del Islam, el denominador común, en los diferentes pronunciamientos y declaraciones, ha sido congratularse por la liberación del territorio afgano del yugo que, desde tiempos inmemoriales, habían impuesto los países occidentale

Ahora, para asegurarse que el proyecto islamista de los talibanes sea encausado por la senda de la estabilidad y el bienestar de la sociedad afgana, recientemente la Organización de Cooperación Islámica (OCI), en reunión realizada en Islamabad, capital de Pakistán, acordó crear un fondo humanitario para el EIA, que será administrado por el Banco Islámico de Desarrollo (BID).

La OCI fue creada en 1969 y tiene su sede en la ciudad de Yeda, Arabia Saudita, y está integrada en la actualidad por 57 países, cuya población es mayoritariamente musulmana, en tanto que el BID, como agencia especializada de la OCI, fue fundado en 1973, y su sede también está en Yeda. El BID es en sí el brazo financiero del mundo islámico, y se encarga de fomentar el desarrollo económico y el progreso social de los países miembros y de las comunidades musulmanas. 

Esta vez le corresponde a los talibanes, formados en las madrasas (escuelas islámicas) de los deobandi, en Pakistán. El Islam pisa firme y reconquista territorio. El pulseo con occidente continúa.

Por Alfredo Portillo

lunes, 15 de noviembre de 2021

China y las rutas marítimas del mundo

 En febrero de este año 2021 publiqué en esta página el artículo “Geoestrategia  china: de Pireo a Trieste”, para mostrar un caso de la geostrategia  que ha venido desplegando  la República Popular de China, de control de rutas marítimas y puertos a lo largo y ancho de los  mares del mundo. Y en abril de 2018 me referí a la “Globalización del poder militar de China”, en especial   lo que compete a las fuerzas aéreas y navales. 

 


Con todo su potencial económico y su creciente poderío militar, el gigante asiático se hace a la mar. Las rutas marítimas del mundo abren sus compuertas para darle paso a los barcos, buques y tanqueros que parten desde ---y llegan a--- los puertos de las costas chinas.

El estrecho  de Malaca, que conecta el océano Índico con el mar de China, es una vía muy transitada, la cual será complementada con el futuro canal de Kra, al sur de Tailandia, para encadenar los puertos en las costas de Myanmar (Birmania), Bangladés y Sri Lanka, y seguir rumbo al puerto pakistaní de Gwadar, y adentrarse en aguas del  golfo Pérsico y  el mar Rojo, para cruzar luego el canal de Suez, y acceder al mar Mediterráneo (Europa!!!).

Desembarcando en los puertos de las costas orientales indicas africanas de Mombasa (Kenia), Dar es Salam (Tanzania) y Maputo (Mozambique), conectarán   con la red de ferrocarriles en plena expansión, para penetrar  África toda, hasta llegar a los puertos atlánticos africanos, rumbo a la América del Sur.

Y surcando las aguas del océano Pacífico, con el horizonte puesto  en las costas pacíficas de las Américas, y cruzar el canal de Panamá y el futuro canal de Nicaragua, para complementar las exigentes travesías a través del Ártico, todo ese mundo en el extremos norte del mundo. El fin del mundo.

Por Alfredo Portillo

alportillo12@gmail.com

lunes, 1 de noviembre de 2021

El futuro de Afganistán

A finales de octubre de este año 2021 reapareció en Kandahar, al sureste de Afganistán, el líder supremo de los talibanes, el jeque Hibatullah Akhundzada, más de dos meses después de la toma de Kabul y la conquista del poder por parte de este grupo insurgente islámico, con lo cual se reafirma el triunfo  del Islam a expensas de las fuerzas de intervención europeas y estadounidenses.

 


Dada la ubicación estratégica que tiene este país, ahora llamado Emirato Islámico de Afganistán, el cual tiene fronteras con Irán, Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán, China y Pakistán, y con una población cercana a los 40 millones de habitantes, la mayoría de ella en condiciones de pobreza, ha llevado a las potencias occidentales, a Rusia, a China, a los países del Golfo Pérsico y a la Organización de Naciones Unidas, a unir esfuerzos en procura de lograr su estabilidad, para evitar que se convierta en un torbellino impredecible.

Este es un buen ejemplo de lo que significa la imposición de una visión geopolítica por parte de un grupo humano en un territorio  determinado, a partir del conjunto de ideas que en materia de sistema de gobierno, religión, economía y cultura, dieron lugar a la concepción de un proyecto político-religioso que, habiendo tomado el poder en la década de los 90 del siglo XX, fue derrotado, para luego replegarse y, veinte años después, regresar triunfante.

Se podría decir, sin ánimo de exagerar, que a todos les interesa la estabilidad de Afganistán. Ya bajo la égida del Islam, tanto sunitas como  chiitas ven  al territorio afgano como un escenario donde florecerá la palabra del Corán. Rusia por su parte, al igual que China, quiere un Afganistán estable para garantizar a su vez la estabilidad de países como Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán. Y  países como Alemania, Francia, Reino Unido y Estados Unidos, comienzan a ver el ahora Emirato Islámico de Afganistán como un futuro proveedor de materias primas minerales y como una posibilidad para el desarrollo de proyectos de infraestructura. No es el fin de la historia.

Por Alfredo Portillo

alportillo12@gmail.com

domingo, 10 de octubre de 2021

Congo/Kivu: minerales de sangre

La República Democrática del Congo (RDC) es uno de los países del continente africano más extenso, poblado, variado desde el punto de vista etnolingüístico y rico en recursos naturales. Sus más de 100 millones de habitantes se distribuyen en un territorio de 2,3 millones de km². Al este, bordeada por las aguas del Lago Kivu, se encuentra la región de Kivu, dividida en Kivu del Norte, cuya capital es Goma, y Kivu del Sur, con Bukavu como su principal centro poblado. 

 


Este territorio, fronterizo con países como Burundi, Ruanda y Uganda, en la Región de Los Grandes Lagos, del este de África, ha sido escenario de intensos conflictos desde la década de los 90 del siglo XX, que se han traducido en millones de muertos, desplazados y refugiados, y una crisis permanente de inestabilidad política y social. La causa de estos conflictos, prolongados en el tiempo, ha sido la riqueza mineral que allí existe. Se trata de lo que Melvil Bossé ---en artículo publicado en www.diploweb.com---  ha llamado los minerales de la sangre: casiterita, coltán, diamantes, cobalto, cobre, entre otros (indispensables para los desarrollos tecnológicos más avanzados de esta época).

Categorizada por Bossé como una zona gris, en el sentido de la anarquía que se vive debido a que el gobierno-Estado central no ejerce control y soberanía sobre su territorio, Kivu, cuya extensión es de 128 mil km², es un buen ejemplo de un proceso de neocolonización y expoliación en pleno siglo XXI.

La tragedia de Kivu es analizada por Bossé desde diferentes escalas espaciales, con la participación de diferentes actores. A escala local figuran la población civil congoleña, la población refugiada venida de Ruanda y Burundi, grupos rebeldes armados, empresarios político-militares y los excavadores de los yacimientos de minerales. A escala de la región de Los Grandes Lagos aparecen las tropas militares de la RDC, Burundi, Ruanda, Uganda y Tanzania, además de traficantes de armas y contrabandistas-revendedores de minerales.

Luego, a escala continental, la zona gris de Kivu se ve influida por la lucha de poder que libran en África las potencias excoloniales europeas, y los nuevos países con vocación neocolonizadora como Estados Unidos, Israel, Rusia y China. Y a escala mundial figura la disputa por el acceso a los minerales que libran las grandes compañías multinacionales globalizadas del sector tecnológico. ¡Minerales de sangre!

 

Por Alfredo Portillo

alportillo12@gmail.com

 

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