Las rivalidades de poder siempre están presentes en los territorios, cualquiera sea su dimensión, como manifestación de la dinámica geopolítica. Son procesos constantes que adquieren determinado grado de intensidad, hasta convertirse en conflictos, muchas veces bélicos. Entonces se vuelven noticias, y ocupan la atención de la opinión pública, tanto de la común, como de la especializada. Surgen entonces los análisis y las predicciones.
Es el caso de las rivalidades de poder entre India y
Pakistán, dos países limítrofes ubicados en el subcontinente indio, conocido en
otras épocas como el Indostán. Entre ambos suman más de 4 millones de
kilómetros cuadrados, más de 1.600 millones de habitantes y un Producto Interno
Bruto que sobrepasa los 13 billones de dólares.
Hace algunas semanas ambos países fueron noticia. Un evento
calificado de acción terrorista, perpetrado en la localidad de Pahalgam, en
territorio de la Cachemira administrada por la India, se saldó con la muerte de
varios ciudadanos indios. Inmediatamente el gobierno de la India acusó al
gobierno de Pakistán de haber facilitado la ejecución de tal acto.
De las palabras de acusación y contraacusación, de parte y
parte, se pasó a las acciones de carácter bélico. Hubo intercambio de fuego
entre tropas indias y pakistaníes en predios de Cachemira. Las tensiones y
amenazas de lado y lado aumentaron. El gobierno de la India amenazó con cortar
el fluido de las aguas del río Indo, que discurren en sentido norte-sur, a lo largo
de Pakistán, desde las montañas de Cachemira, hasta desembocar en el mar
Arábigo.
Entonces otra carta entró en el juego. La posibilidad del
uso de armas nucleares fue mencionada. El poder nuclear como poder de
disuasión, en un contexto en el que ambos países lo poseen. Las tensiones
disminuyeron y el cese el fuego se hizo efectivo. Tal vez, en otras
circunstancias, los pakistaníes pudieron haberse quedado sin las aguas del
Indo.
Por Alfredo Portillo
alportillo12@gmail.com
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